Recuerdo cuando me divorcié, caí en un profunda depresión y me recetaron unas pastillas un tanto fuertes. Creí que no lo superaría, pero en aquella dura etapa conocí a un compañero de trabajo que me trataba como una reina.
Estuvimos saliendo un par de meses, y se vino a vivir conmigo. Al principio todo era maravilloso, no sé en que momento ocurrió, las cosas cambiaron. No me dejaba salir sin él, tampoco llamar a nadie, ni siquiera a mi madre. Eran cosas pequeñas, al menos eso pensaba yo. Se enfadaba sin motivo aparente y me insultaba, lo que hacía que me sintiera mal conmigo misma.
Mi pesadilla solo acababa de empezar.
Una noche me ató a la cama y me amordazó para que no gritara, esa noche me violó. Se lo conté a mi familia, no me creían a causa de las pastillas que tomaba.
Aquella tarde estaba tan cabreado que me pegó con la máquina de escribir en la cabeza, haciéndome una brecha de unos cinco centímetros que no paraba de sangrar. Se marchó a comprar pan, dejándome allí humillada. Utilicé las pocas fuerzas que me quedaban para llamar a la policía.
Tuve el valor de denunciarlo y llevarlo a juicio, pero a pesar de mi esfuerzo no sirvió de nada. La jueza consideró que no había pruebas suficientes de maltrato, lo cual me sorprendió.
Aunque ahora por fin soy libre.
Estuvimos saliendo un par de meses, y se vino a vivir conmigo. Al principio todo era maravilloso, no sé en que momento ocurrió, las cosas cambiaron. No me dejaba salir sin él, tampoco llamar a nadie, ni siquiera a mi madre. Eran cosas pequeñas, al menos eso pensaba yo. Se enfadaba sin motivo aparente y me insultaba, lo que hacía que me sintiera mal conmigo misma.
Mi pesadilla solo acababa de empezar.
Una noche me ató a la cama y me amordazó para que no gritara, esa noche me violó. Se lo conté a mi familia, no me creían a causa de las pastillas que tomaba.
Aquella tarde estaba tan cabreado que me pegó con la máquina de escribir en la cabeza, haciéndome una brecha de unos cinco centímetros que no paraba de sangrar. Se marchó a comprar pan, dejándome allí humillada. Utilicé las pocas fuerzas que me quedaban para llamar a la policía.
Tuve el valor de denunciarlo y llevarlo a juicio, pero a pesar de mi esfuerzo no sirvió de nada. La jueza consideró que no había pruebas suficientes de maltrato, lo cual me sorprendió.
Aunque ahora por fin soy libre.
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