lunes, 9 de marzo de 2009

Adiós, mi ángel


Tus ojos se dirigieron al cielo, buscando algo que solo tú podías ver. Se te iluminó la cara cuando sonreíste a las nubes y a los pájaros. Supe que en ese momento que era lo que deseabas... abrir las alas y volar.
Solo podía haber un motivo por el cual no lo hacías... yo.
Me sentí culpable y egoísta, no podía soportar esa sensación. De mis ojos ya vidriosos salió una lágrima que brillaba a causa del sol. En ese momento te diste la vuelta y tu mirada se posó en la mía. No hizo falta que te dijise lo que pensaba, lo supistes antes que yo. Me sonreíste como tú sabías hacerlo, te incorporaste aun con tus ojos posados en mí, pude apreciar que me decías gracias sin palabras. Sonreí ante esa perspectiva.
Miré al cielo y allí estabas, volando con tus bellas alas de ángel.

1 comentario:

Lucía dijo...

Que emotivo, ¡me encanta!