- ¡Mira aquella casa! ¡Y esa otra! ¡Cuántas hay! - gritó Dani emocionado por encima del viento.
- ¿Cuál te gusta más? - le preguntó su padre.
- Las dos - respondió el niño mirando el bello paisaje que se extendía a sus pies.
- Una de ellas es la nuestra, esa de allí - dijo señalando una hermosa villa.
Estuvieron horas en el cielo aquella tarde. Hasta que decidieron volver, pues ya estaba anocheciendo. Se acercaron demasiado a una de las muchas rocas que había. Ésta atravesó el globo sin ellos enterarse. Cuando comprendieron lo que pasaba era ya demasiado tarde. Se produjo un fuerte impacto cuando cayeron al lago de una pequeña explanada entre las montañas. Todo permaneció en silencio durante unos segundos.
Del agua salió Dani en brazos de su padre, el cuál le había protegido de la caída con su propio cuerpo, consiguiendo que ambos salieran sanos y salvos.
El dibujo lo hizo mi hermana hace un par de años y me parece que queda muy bien en esta historia.
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