Me coloqué un bello antifaz en el rostro, era hora de pasar desapercibida. Me miré una última vez en el espejo antes de salir a las abarrotadas calles de mi adorada Venecia, en las que había todo tipo de vestidos y disfraces de colores, un asombroso espectáculo.Me costó llegar hasta la plaza de San Marcos, donde, como todos lo años, se bailaba al son de la música nocturna.
Estuve observando con diversión la alegría y la felicidad que se respiraba en el ambiente. Llevaba así un rato cuando se me acerco un joven invitándome a bailar, dudé un momento antes de acceder, nunca había bailado los típicos bailes de carnaval.
Hablamos de multitud de cosas, sin darme cuenta de que el tiempo pasaba, para mí era un momento eterno que esperaba que no acabase. Los fuegos artificiales me distrajeron, dándome cuneta de lo tarde que era, tenía que volver a casa antes de que mis padres se diesen cuenta de mi ausencia. Intenté irme, pero él me retuvo.
-¿Te vas?- me preguntó mi acompañante con voz apenada.
- Debo hacerlo- respondí.
-Dime, aunque sea, cómo te llamas- me rogó.
No sabía que decirle, ¿la verdad o una mentira?
- No sería buena idea, lo siento- susurré tristemente a la vez que agachaba la cabeza, para que no pudiera ver mis vidriosos ojos.
- Lo entiendo - dijo levantándome la cabeza con suavidad-, en ese caso, júrame que volverás aquí el año que viene... conmigo.
Miré a sus ojos y supe que hablaba en serio, quería decirle que lo haría, pero tenía miedo.
- Por favor, si sientes lo que yo, di que sí.
-Sí- dije antes siquiera de pensarlo con detenimiento.
Pude ver como debajo de su máscara sonreía. Y entonces acercó sus labios a los míos, dándome un tierno beso como promesa.
1 comentario:
Que bonita historia de amor en carnaval. Me encanta tu forma de escribir.
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